viernes, 12 de diciembre de 2014

Un misterioso ecosistema puede albergar pistas sobre la vida extraterrestre



En uno de los más profundos manantiales hidrotermales submarinos del mundo en el Caribe, al oeste de Cuba a unos 2.300 metros de profundidad, una gran cantidad de pequeños camarones (Rimicaris hybisae) aparecen amontonados unos encima de otros, creando auténticas capas en las chimeneas de roca que emanan agua caliente. Este misterioso ecosistema podría albergar las claves para el descubrimiento de vida extraterrestre.

Un equipo de investigadores del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA se encuentra estudiando este intrigante ecosistema con objeto de encontrar pistas acerca de cómo es posible la vida en planetas con un océano bajo la superficie, tal y como sucede con la luna Europa de Júpiter.

Estos pequeños crustáceos se alimentan gracias a las bacterias instaladas en su boca que producen la materia orgánica que les sirve para el sustento. Estas bacterias, capaces de vivir en estos manantiales submarinos que alcanzan temperaturas de 400 grados Centígrados, serían igualmente capaces de sobrevivir en otros ambientes extremos debido a la quimiosíntesis, un proceso que permite a este tipo de organismos obtener energía de reacciones químicas, sin necesidad de luz solar.

“A lo largo de dos tercios de la historia de la Tierra, la vida ha existido sólo como vida microbiana. En Europa, la mejor oportunidad de vida sería microbiana. El objetivo general de nuestra investigación es ver la cantidad de vida o biomasa que puede ser sustentada por la energía química de los manantiales submarinos calientes”, afirma Max Coleman, coautor del estudio.

“Que un animal como éste pueda existir en la luna Europa depende en gran medida de la cantidad real de energía que se libera allí, a través de manantiales hidrotermales”, explica otra de las investigadoras del JPL, Emma Versteegh.

Los perros escuchan nuestras palabras y como las decimos



Muchas veces parece que el mejor amigo del hombre entiende a la perfección todo lo que le decimos; lo cierto es que el cerebro de los perros sí que diferencia tanto los sonidos del habla humana como la manera en la que nos expresamos: con alegría, con enfado, con tristeza... Esto es, los perros no sólo escuchan lo que decimos, sino también cómo lo decimos.

Esta es la conclusión del último trabajo de un equipo de investigadores de la Universidad de Sussex (Reino Unido) que realizó una serie de experimentos con canes para ahondar más en esa conexión entre el discurso humano y su recepción por parte de los perros. Así, “aunque no sabemos cuánto entienden los perros del discurso, sí hemos podido comprobar que muestran tendencias cerebrales opuestas al contenido verbal y a la información relacionada con el orador”, aclara a la agencia Sinc Victoria Ratcliffe, líder del estudio.

En su experimento, en el que participaron 25 perros, los expertos instalaron dos altavoces digitales a un metro y medio de cada lado de los perros para que, al liberar el sonido, este entrara a la vez en cada oído. Se enviaron diferentes señales, algunas con más énfasis en el contenido verbal y en otras en la entonación. Al escuchar órdenes familiares con significado más bien obvio para ellos, los perros giraron la cabeza hacia la derecha mostrando actividad en el hemisferio izquierdo del cerebro. Cuando escucharon las órdenes con una entonación exacerbada, los perros mostraron más actividad en el hemisferio derecho.

“Esto implica que procesan los componentes del habla por separado, y sugiere que el hemisferio izquierdo del cerebro es más activo para procesar información fonética o verbal del discurso y el hemisferio derecho es más activo en procesar información relacionada con el orador en la señal”, explica Ratcliffe.

Se trata de la primera vez que un trabajo científico demuestra que los perros son también capaces de diferenciar y procesar los diferentes componentes del habla humana de una forma muy similar a como lo hacemos nosotros. Según el estudio, publicado en la revista Current Biology, esta percepción del habla de los seres humanos podría haberse desarrollado durante el proceso de domesticación y también podría ser una característica compartida por otros mamíferos como los caballos.
Descubierto un extraño animal con forma de globo



Los esquistos de Maotianshan son una auténtica caja de sorpresas para los paleontólogos. En esta zona geológica del sur de China, también conocida como biota de Chengjiang, se han desenterrado numerosos fósiles con más de 500 millones de años, en los albores de la vida compleja: gusanos, artrópodos similares a cangrejos y langostas…

Pero a veces aparecen restos inclasificables, como el que acaba de dar a conocer un equipo multidisciplinar de las universidades de Yunna (China), Leicester y Oxford, dirigidos por el profesor Xianguang Hou.

El aspecto del fósil –excepcionalmente bien conservado– podría recordar, por buscar una similitud, a un nido aplastado, y es la huella de un extravagante animal que quizá perteneció a la familia Chancelloriidae. Este linaje extinto del Cámbrico inferior se caracterizaba por tener forma de globo y un esqueleto externo de espinas defensivas. 

Solo se ha encontrado un fósil de esta enigmática criatura después de 30 años de búsqueda. Es un ejemplo de la variedad de formas que pueden adoptar los animales”, ha declarado Tom Harvey, de la Universidad de Leicester, coautor del estudio. Bautizada con el nombre científico de Nilderic pugio y datada en 520 millones de años de antigüedad, la nueva especie arroja luz sobre la manera en que aquellos animales primitivos vivían, interactuaban con otras especies y se defendían de sus enemigos.